miércoles, 20 de junio de 2018


Fragmentos del texto:

“…Miles de trabajadores formaban parte de una vasta línea de producción perfectamente organiza­da. A medida que se ascendía en esa línea de pro­ducción se veía cómo iba clareando el color de la piel del numeroso personal de la, quizá, más larga cadena de trabajo que habían visto en su vida. En las instalaciones de lavado y selección fue donde pudieron ver el producto final de toda aque­lla actividad. A todos les llamaba la atención que el resultado de los millones de metros cúbicos de tierra procesados fueran aquellas pocas y diminu­tas piedras. Ninguno de los soldados de la unidad llegó a entender bien la relación entre los quilates de las piedras y los miles de toneladas de material que había sido necesario mover. Aquellos cristales eran el único fruto de un descomunal esfuerzo que, muchas veces, se llevaba por delante la vida de al­gún operario…” (Págs. 41-42).

“…El capitán Teixeira decidió entonces hacer entrar en acción al grupo de reserva, que se situó más cerca aun de los ve­hículos. Esto permitió lanzar varias granadas de mano contra dos camiones situados en la retaguar­dia del convoy, desde los cuales habían empezado a responder al fuego. Los que estaban con el RPG-7 ya habían efectuado varios disparos y parecía que estaban empezando a centrarlos bien. Martíns hizo una seña a Regueira y a Nuno para que se ocupasen del lanzagranadas, que estaba empezando a com­plicar la situación…” (Págs. 59-60).

“…Hubo un acto de despedida de su remplazo en el que el coronel del batallón habló del deber cum­plido y del compromiso de la juventud portugue­sa con la patria. También tuvo unas palabras para los compañeros caídos en combate y para los que regresaban mutilados a sus hogares. Después dijo que esperaba que la estancia en las Fuerzas Arma­das les hubiese valido para algo positivo a todos ellos y que no se olvidasen del espíritu paracaidista. Finalmente les deseó suerte en la vida, añadiendo que aquella también era su casa y que las puertas del cuartel estarían siempre abiertas para todos…” (Pág. 133).

“…A las 12:30 vuelve a co­mer a casa, con su mujer. Tiene dos coches: un Vol­vo 144-S de color azul oscuro y un Mercedes 280-SE de color crema. En el papel están anotados las matrículas y los datos que os estoy dando. Es socio del Club de Yates y Regatas, aunque allí no posea ninguna embarcación. Por lo que me han contado es una persona seria, no se mete en follones ni en negocios poco seguros. Tampoco se relaciona con individuos que tengan antecedentes ni con perso­najes conocidos por la policía. A su gente le exige discreción y que no se metan en líos. Es cierto que lleva años contrabandeando con los españoles. Su organización es conocida en ambientes policiales por no dar problemas y por su disciplina interna. A don Henrique se le detuvo una vez, en 1952, pero fue absuelto y no llegó pisar la cárcel. Se dice que tiene amigos muy importantes en la GNR…” (Pág. 179).


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