Fragmentos
del texto:
“…Miles de trabajadores formaban
parte de una vasta línea de producción perfectamente organizada. A medida que
se ascendía en esa línea de producción se veía cómo iba clareando el color de
la piel del numeroso personal de la, quizá, más larga cadena de trabajo que
habían visto en su vida. En las instalaciones de lavado y selección fue donde
pudieron ver el producto final de toda aquella actividad. A todos les llamaba
la atención que el resultado de los millones de metros cúbicos de tierra
procesados fueran aquellas pocas y diminutas piedras. Ninguno de los soldados
de la unidad llegó a entender bien la relación entre los quilates de las
piedras y los miles de toneladas de material que había sido necesario mover.
Aquellos cristales eran el único fruto de un descomunal esfuerzo que, muchas
veces, se llevaba por delante la vida de algún operario…” (Págs. 41-42).
“…El capitán Teixeira
decidió entonces hacer entrar en acción al grupo de reserva, que se situó más
cerca aun de los vehículos. Esto permitió lanzar varias granadas de mano
contra dos camiones situados en la retaguardia del convoy, desde los cuales
habían empezado a responder al fuego. Los que estaban con el RPG-7 ya habían
efectuado varios disparos y parecía que estaban empezando a centrarlos bien.
Martíns hizo una seña a Regueira y a Nuno para que se ocupasen del
lanzagranadas, que estaba empezando a complicar la situación…” (Págs. 59-60).
“…Hubo
un acto de despedida de su remplazo en el que el coronel del batallón habló del
deber cumplido y del compromiso de la juventud portuguesa con la patria.
También tuvo unas palabras para los compañeros caídos en combate y para los que
regresaban mutilados a sus hogares. Después dijo que esperaba que la estancia
en las Fuerzas Armadas les hubiese valido para algo positivo a todos ellos y
que no se olvidasen del espíritu paracaidista. Finalmente les deseó suerte en
la vida, añadiendo que aquella también era su casa y que las puertas del
cuartel estarían siempre abiertas para todos…” (Pág. 133).
“…A
las 12:30 vuelve a comer a casa, con su mujer. Tiene dos coches: un Volvo
144-S de color azul oscuro y un Mercedes 280-SE de color crema. En el papel
están anotados las matrículas y los datos que os estoy dando. Es socio del Club
de Yates y Regatas, aunque allí no posea ninguna embarcación. Por lo que me han
contado es una persona seria, no se mete en follones ni en negocios poco
seguros. Tampoco se relaciona con individuos que tengan antecedentes ni con
personajes conocidos por la policía. A su gente le exige discreción y que no
se metan en líos. Es cierto que lleva años contrabandeando con los españoles.
Su organización es conocida en ambientes policiales por no dar problemas y por
su disciplina interna. A don Henrique se le detuvo una vez, en 1952, pero fue
absuelto y no llegó pisar la cárcel. Se dice que tiene amigos muy importantes
en la GNR…” (Pág. 179).